Divina Pastora, Madre mía
yo hija tuya me ofrezco a ti
y te consagro para siempre
todo lo que me queda de vida.
Mi cuerpo, con todas sus miserias,
mi alma con todas sus flaquezas,
mi corazón con todos sus
afectos y deseos.
Todas mis oraciones,
trabajos, amores, sufrimientos y combates;
En especial mi muerte con todo lo que la acompañe,
mis últimos dolores y mi última agonía.
Madre acuérdate de esta tu hija
y de la consagración que te hace.
Y si yo, vencida por el desaliento y la tristeza,
llegara alguna vez a olvidarme de ti.
Te pido por el amor que tienes a Jesús,
me protejas como hija tuya
hasta que esté contigo en el cielo.
Amén.
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